domingo, 24 de marzo de 2013

NUESTRO PROPIO “MANIFIESTO” para el DÍA MUNDIAL DEL TEATRO

CARLOS DE LA FUENTE es uno de esos colaboradores "anónimos" y "silenciosos" que  rodean este proyecto. Desde un principio nos ofreció ánimo y comprensión, gracias a él tenemos tiempo para ensayar o actuar, aparte de su disposición para cargar, pintar el local o acercarte un martillo cuando más lo necesitas... vamos, alguien imprescindible.


Y hoy nos regala por sorpresa su voz, su palabra, con un particular "manifiesto" para el DÍA MUNDIAL DEL TEATRO: 

       "Hoy celebramos el día del teatro. Como bien sabéis andamos de capa caída, es decir, debemos batirnos en una especie de oscuridad con las fuerzas inalienables que buscan supeditar toda creación a un marco de intereses individuales; esquema rector de nuestros tiempos.
Pero ¿qué hace el teatro? Proseguir su marcha, porque una vez iniciado el camino no hay vuelta atrás, y cuando no hay vuelta atrás es porque aquel camino constituye una parte de la existencia humana.
El teatro ahonda en la capacidad de asombro; sustrae el ánimo del espectador, eleva su espíritu trasladándolo a un ámbito que podríamos denominar de intemporal, o al menos, de suspensión temporal.
Lean e imaginen:
Se apagan las luces del teatro.
Ya, en sí mismo, este fundido en negro nos lleva al ámbito del sueño, como cuando nos vamos a dormir. Nos vinculará entonces a todas las dimensiones que nos atraviesan: el pasado, con la niñez como trayectoria, el espacio de la memoria y el olvido. El presente, con los problemas que nos acucian en las tensiones continuas de los días, y el futuro, el gran proyecto de la imaginación.
Cuando comienzan a encenderse algunos focos de escena nuestra atención ya ha empezado a ser iluminada, a modo de antorcha, para habitar nuestras cavernas.
Entra un personaje, o dos, o veinte, declamando, clamando, retorciéndose, farfullando, irritado o contento, tenso o desvariado, único o en coro, individual o colectivo, pero, siempre, siempre, desprotegido, desamparado, reivindicativo o sumido en la futilidad y el sinsentido. Lleno de mil acechanzas, cómicas o dramáticas, pero siempre, siempre, portador de la luz.
En cada espectador, una vez iniciado el trayecto, se encontrará con alguna espina de su vida desde donde supurará alientos, estremecimientos, anhelos de conocimiento, visitar los extramuros, gozo, silencio o nubarrones de desdicha.
El escenario ha abierto sus grandes fauces, pero no sólo para articular un rito iniciático, o para pasar un umbral, no sólo para alimentar prebendas de algún poder que lo necesite para embaucar a sus súbditos, sino como una gran potencia desestabilizadora, en tanto en cuanto, deja suspenso el tiempo.
Entonces se produce la gran colisión: los problemas, paradojas, entre las telarañas de la vida se alían misteriosamente en la fuerza cautivadora de los actores, directores, escenógrafos, diseñadores, músicos, albañiles, carpinteros, iluminadores, dramaturgos. Todos a una levantan un espléndido edificio de cuya fugacidad sólo resta al final un fuego fatuo que deambulará por los paisajes de nuestra vida; esa densa neblina atrapará los ecos que el cotidiano transitar menoscaba y la mirada del espectador habrá ganado en profundidad y hondura, en riqueza paisajística, a veces, en los límites del hambre de sí mismo, en otros casos en los límites del hambre de mundo.
Se podrá decir, por tanto, que el teatro es una gran tautología; es decir, ante la pregunta de qué es el teatro su respuesta puede ser: el teatro es el teatro. Y no crean que el teatro morirá, porque el teatro es astuto y sibilino, y sobre todo cuenta con una fuerza superior a cualquiera que deseé destruirlo: siempre, siempre, nos está mirando."

Carlos de la Fuente Arjona / DIA MUNDIAL DEL TEATRO. 27 DE MARZO DE 2013


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